El gobernador poblano Luis Miguel Barbosa Huerta parece entrar en el terreno del desgaste político por su enfrentamiento con varios medios nacionales y con los partidos políticos difícil de revertir.
¿El pretexto?
Las reformas a la Ley Estatal de Educación y en especial el artículo 105 que permite al gobierno el control de los inmuebles de los planteles destinados a la educación de las autoridades estatales, municipales y de particulares. Imagínese que el mandatario -a través de la SEP- tienen el control de todas las instalaciones de la UDLAP, por poner un ejemplo.
Los argumentos del gobierno del estado son endebles, pero los tiene que defender. Fue una modificación aprobada por Morena y sus aliados en el Congreso del Estado.
Las dirigencias nacionales del PRI y del PAN han expresado su inconformidad y se irán a los tribunales, en donde seguramente van a ganar. Lo mismo harán las universidades particulares.
Un gran conocedor en material de derecho, con grado de doctor, ya les advirtió su destino: van a perder.
Es su correligionario Ricardo Monreal Ávila, senador de la república por Morena, gran conocedor de la política y los acuerdos.
Tuve la oportunidad de verlo en tribuna durante tres años, en la cámara de diputados, con una gran capacidad de debate. Su mano izquierda siempre metida en el bolsillo del pantalón y la derecha en lo alto del atril con movimientos que acompañaban a sus inteligentes argumentos.
Barbosa Huerta, que presume de su experiencia política, irá acumulando desgaste que quizá se le resbale, pero será una herencia acumulado para su partido con miras a las próximas elecciones en donde no estará en la boleta su tan admirado Andrés Manuel López Obrador.
La reforma educativa será la punta de lanza de una serie de desgastes. Al tiempo.
En lo que estoy plenamente de acuerdo con el gobernador Barbosa es que la pelea debe ser en el ámbito político y no en lo personal.
Hacer mofa de su enfermedad que le llevó a perder una extremidad es reprobable, por no decir menos. Barbosa es un sobreviviente de la vida y la burla de Paco Zea es grosera.
Creo que el gobernador aguanta vara a las críticas, -no a las burlas- y las tendrá encima en el camino que sigue a su gobierno.
Enfrentará el orgullo dañado de la presidenta de Puebla, Claudia Rivera Vivanco; de sus adversarios –partidos políticos- y heridos que ha dejado en el camino, los que han sufrido el peso de la bota por no ceñirse a sus deseos.
Barbosa está acostumbrado a luchar en la adversidad y con el poder detrás no cederá ni un ápice, a pesar de lo que tenga que perder. Políticamente ya no aspira a nada.
Sin embargo, el destino de la reforma educativa luce un futuro de revés para él.
Lo mismo le sucedió a Rafael Morena Valle con la ley bala
FIN