A hombres y mujeres siempre se nos ha dicho que para ser felices en la vida debemos encontrar a nuestra “media naranja”, si no, viviremos incompletos, pero ¿esto realmente es así?
En los últimos años la frase ha cambiado un poco; ahora se nos dice que debemos ser cada uno una naranja completa que se complemente con otra que de igual manera esté completa, pero a fin de cuentas es la misma cosa, es decir, se nos inculca que en la vida nuestro objetivo máximo es el de hallar a la persona correcta con la cual poder pasar nuestros días.
Esto románticamente suena super bonito, pero en la práctica, sabemos perfectamente que no es nada fácil de lograr. Lo malo es que no sería tan difícil si no fuera porque nosotras mismas y por (supuesto los varones también), nos complicamos las cosas.
En el caso de las mujeres, ¿qué solemos hacer cuando nos empiezan a cortejar? Sentimos bien padre ¿verdad? Y nos portamos bien lindas, tiernas, comprensivas, amorosas y nos esmeramos en arreglamos cada vez que salimos con el galán como si fuera la última salida de nuestras vidas.
En el caso de los hombres, ¿qué suelen hacer? Pues bajarnos el cielo, las estrellas, los cometas y todo cuerpo celeste existente. Nos endulzan el oído y los ojos mediante llamadas y mensajes que nos hacen sentir como la mujer más especial no sólo sobre la Tierra sino sobre el Universo. Además, se portan de lo más caballerosos, tanto, que en verdad llega una a pensar que le tocó el típico cliché del “príncipe azul”.
Peroooo, ¿qué pasa cuando se enfría el amor, cuando comienza a pasar la emoción?
Pues que ambas partes comienzan a dar por sentada la relación y a descuidarla. Tanto los hombres como las mujeres, comienzan a dejar salir al genio de la lámpara que trataban de mantener encerrado y es cuando comienza la verdadera prueba de si estás enamorado o no.
Según la psicología, realmente se ama a la persona cuando se la acepta con todo y sus defectos, a pesar de sus imperfecciones y cuando a pesar de que la relación ya no está en su momento cúspide del romance, el amor se sigue alimentando por aquella aceptación del otro tal y como es, es decir, cuando se muestra genuinamente en su forma de ser y de pensar.
Ese es el verdadero amor bonito, el que se vuelve sólido a pesar de que descubramos que existen características del otro que aunque no nos encanten, sentimos que no pesan tanto como las partes buenas, pero para llegar a este punto deben los dos, hombre y mujer, estar dispuestos a aceptar que no todo en la relación será color de rosa, que no siempre habrá miel sobre las hojuelas y que incluso, de vez en cuando un poco de hiel será necesaria, si en verdad queremos logra un noviazgo y matrimonio feliz y estable.
Es inevitable que en algún punto surjan los conflictos, lo importante es saberlos resolver. Además, aunque discutir no sea algo que nos fascine, al hacerlo también aumenta el conocimiento entre las parejas ya que en las buenas como en las malas, es necesario saber cómo reacciona el otro y lo que en verdad piensa.
Pero bueno, y ¿qué pasa si de plano esto del amor no se nos da?, ¿qué pasa si por más que buscamos y buscamos a esa “otra naranja completa” simplemente no aparece?
Pues que es totalmente válido que sea así. Muchas veces, traemos telarañas en la cabeza y en las emociones que tornan complicado que logremos entablar una buena y sana relación, pero para empezar, cada quien debe tener esa relación consigo misma; debe amarse, respetarse, valorarse y tratarse bien primero, antes de poder involucrarse en una relación con alguien más.
De hecho, la psicología también nos dice que la soledad no es mala porque sirve para que nos conozcamos a fondo como individuos, para conectarnos con lo que en verdad sentimos y poder analizar por qué lo sentimos. Ya logrado esto, podremos iniciar un noviazgo en el que sabremos lo que querremos y lo que no, lo que aceptaremos y lo que no, así como sabremos poner límites cuando sea necesario, sin sentir temor de perder a la persona y volver a quedarnos solas.
La mejor relación de nuestras vidas la debemos tener con nuestro propio yo; primero debemos llenarnos nosotras (los hombres también), para no sentir que necesitamos de alguien más para ser felices. Si por dentro sentimos un vacío, nadie lo llenará mientras nosotras no nos valoremos lo suficiente, mientras requiramos que alguien más nos de amor. Hasta que nos amemos profundamente, lograremos algo saludable con otra persona, libre de dependencia emocional, dramas y complicaciones.
Así que no pasa nada si por un tiempo, largo o corto, andamos solas disfrutando de nuestra propia compañía. Si la otra naranja completa llega, bienvenida, pero si no, sabemos que tenemos suficiente amor propio para darnos y consentirnos.
Nos leemos el próximo lunes.
ARIANNA COS
COMO MARIPOSA
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