Este año la conmemoración del Día Internacional de la Mujer reviste mucha mayor importancia que la de los años anteriores. El nivel de violencia hacia el género femenino con el que comenzó el 2020, provocó un despertar de las mujeres de todo el país.
Si el año pasado con motivo de otra conmemoración importante, la del 25 de noviembre, que recordemos es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer ya se había comenzado a poner de manifiesto el hartazgo de la población femenina, con el inicio tan cruento para nosotras ese hartazgo aumentó al grado de que en las protestas feministas que se han realizado, las mujeres han respondido con violencia, a la violencia ejercida contra nuestro género.
Viendo ayer el video (que ya se hizo viral) de Yesenia Zamudio, la mamá de “Marichuy”, estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN) quien fue arrojada de un quinto piso en el 2016 presuntamente por un profesor que la acosaba, se me puso la piel de gallina al imaginar el dolor, la impotencia, el enojo y la frustración por los que ha pasado la señora todos estos años al no haber podido obtener justicia hasta la fecha para su hija. Oír su voz llena de coraje, ver su rostro transido de dolor, me hizo entender su justificación de querer quemar y destruir lo que pudiera.
Pero aun así la violencia no se resolverá con más violencia. Vandalizar lo que se encuentre a su paso no le regresará a su hija ni le garantizará justicia. Y no dudo de que aunque su motivo sea genuino, haya habido mujeres infiltradas que se hayan aprovechado de su dolor y del de otras madres para encender los ánimos.
En las marchas que se llevarán a cabo hoy a lo largo y ancho del país realmente espero que impere la paz, la unión sorora pacífica que ponga el ejemplo de que podemos protestar sin violentar, de que es posible exigir mayor seguridad, respeto a nuestros derechos, respeto a la equidad de género en todos los ámbitos pero sobre todo, nuestro derecho intrínseco a vivir sin ningún tipo de violencia.
La peor violencia que una mujer puede sufrir es arrebatarle la vida. Ningún hombre tiene derecho a matar a una mujer solo por el hecho de serlo, pero por desgracia, pareciera que nuestra sociedad va para atrás como los cangrejos en vez de avanzar en este sentido. Cada año aumenta el número de feminicidios cometidos en nuestro país pero en lo poco que llevamos del 2020, la cifra se ha disparado a comparación de los años anteriores.
Es por ello que las marchas que se solían realizar solo los 25 de noviembre se verán replicadas este día.
Es por ello que mañana 9 de marzo se llevará a cabo el histórico “ninguna mujer se mueve”, como un ejercicio distinto de unión y protesta para visibilizar qué ocurriría si no existiéramos las mujeres.
A pesar de que ha causado gran controversia la medida, estoy segura de que tendrá éxito, con todo y sus detractores.
Aunque llegaran a ser pocas las mujeres que se queden en casa lo que se consiga será bueno, porque los grandes logros no se han forjado tras una sola batalla, sino con base en pequeñas victorias.
Así que ya sea que salgamos hoy a marchar, que nos guardemos en casa mañana, que hagamos ambas o que no hagamos ninguna porque no es posible, lo importante es que pongamos nuestro granito de arena de alguna manera; lo importante es que se geste un cambio interno real en hombres y mujeres, que el activismo no se quede solo en dos días, sino que se mantenga el resto del año, para que la unión mostrada realmente rinda frutos.
Nos leemos.
NOTA: la presente columna se publicó hoy en vez del lunes como es habitual, en apoyo al 9M.
ARIANNA COS