Si Biestro obtiene el cargo de interino no sólo será una acción anticonstitucional, sino que además desatará unos comicios electorales similares a los del año pasado.
Por su parte, Barbosa no se ha destapado como candidato a la gubernatura a pesar de que Polevnsky dé por sentado quién iría por el cargo en Puebla; a pesar de esto, Barbosa dice sentirse seguro de que, si participa en los comicios, ‘ganaría y por mucho’.
La situación con Biestro es similar: contaría con el respaldo para consagrarse como interino, dejando el camino libre para que Barbosa vuelva a contender por la gubernatura.
Así, Biestro y Barbosa unirían fuerzas para una sola causa: imponerse en el poder de Puebla; primero iría Biestro como interino y, posteriormente, Barbosa como gobernador.
La decisión de mantener a ambos personajes morenistas no sólo sería una mancha importante para su partido político, sino también un evidente impulso de autoritarismo que iría en contra de los ideales de Morena. De mantenerse esta decisión, Regeneración Nacional daría la espalda a la ciudadanía por el capricho del poder.
Es más que evidente que el ‘efecto Morena’ ya no sería válido en un personaje como Miguel Barbosa; es cierto que no se ha demostrado ninguna desfachatez realmente perjudicial en su contra, pero tampoco han destacado acciones que lo beneficien ni que justifiquen su llegada a la candidatura. Tampoco hubo justificaciones éticas ni pertinentes para ponerlo al frente de la contienda el pasado 1 de julio.
Ante su autoimposición para ser interino, Biestro se escuda bajo el marco jurídico y bajo el respaldo de los militantes que él mismo impuso. No hay manera de unión bajo la tiranía; el actor de Morena emplea la misma estrategia que tanto criticó: la del morenovallismo.
Biestro sería la chispa que encendería la ruptura de la propia coalición Juntos Haremos Historia.