Durante más de diez y nueve años en México se viene consolidando la estrategia y programa de Pueblos Mágicos, la cual a demostrado su eficacia al paso de todo este tiempo.
Las características a lo largo y ancho del país de los 121 Pueblos son distintas, cada demarcación tiene sus fortalezas históricas, culturales, arquitectónicas, culinarias, leyendas, mezclan tradición con naturaleza son en su conjunto parte de la identidad nacional y presentan un mosaico atractivo para sus visitantes.
Hemos observado que al paso de los años el desarrollo de estas ciudades medias y pequeñas es distinto, desde luego hay lineamientos y normativa que se debe seguir, pero su impulso tiene que ver con la visión de quien gobierna esos municipios independientemente de partido político, nos referimos más al perfil y a los equipos que acompañan a la autoridad municipal en la planeación y toma de decisiones .
Hoy, un Pueblo Mágico debe por obligación tener un plan de ordenamiento territorial, desarrollo urbano debidamente actualizado y consensuado con la propia comunidad, debe contar con reglamentos permanentemente revisados de construcción para preservar las zonas típicas, ordenada su movilidad, abasto, guías de resiliencia, protección civil, un férreo control de su crecimiento urbano y una política de cuidado al medio ambiente sin ambigüedades, sin dejar de mencionar una obligación constitucional de todo municipio que es la SEGURIDAD PÚBLICA.
Sin seguridad no hay PUEBLO MÁGICO, y quizás el factor más importante es la capacidad de la autoridad y el ciudadano de ORGANIZARSE elevando el grado de participación y compromiso de la comunidad y prestadores de servicios para que entendamos el valor del turista, la importancia de todas aquellas familias que nos visitan y gastan, derramando recursos que generan empleo y desarrollo.
Hoy que vivimos estos tiempos tan complicados derivados del COVID-19 estamos valorando el gran significado e impulso que dan a nuestras economías locales la actividad turística.
Por tal motivo los Pueblos Mágicos que con sus autoridades y comunidad se rediseñan para corregir los puntos negativos que se detectan, podrán en esta llamada “nueva normalidad” ser atractivos para reactivar el turismo de proximidad, pero aquellos que quieran ser captadores de viajeros con servicios y técnicas turísticas obsoletas corren el riesgo de dejar vacías instalaciones y capacidad construida ( cabañas, hoteles, restaurantes, fondas, habitaciones, parques, museos, infraestructura etc) y convertirse en Pueblos empolvados y vacíos.
Por tal motivo quien entienda ( autoridades, prestadores de servicios y comunidad) este reto que imponen los nuevos tiempos, será competitivo, quien no, se rezagará y pagará las consecuencias.
Por eso… Manos a la obra, este danzón está por iniciar.
Por: Juan José L