La Mariposa Naranja
Arianna Cos
En la mayoría de los países es tradición hasta la fecha que se festeje más el nacimiento de un niño que de una niña.
Aún con todo y el reconocimiento que se ha tratado de otorgar a las mujeres como iguales en valor y en derecho que los hombres, se sigue escuchando en las familias frases como “al fin llegó el varoncito”, o como una vez me dijo una vecina sobre el fallecimiento de su nieto a los pocos días de nacer: “les dolió mucho a sus papás, como era el varoncito”.
Qué triste que muchas féminas sigan pensando que los niños tienen más importancia que las niñas; desde ahí ya vamos mal con respecto a la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
He señalado en varias ocasiones que buena parte del problema somos las mujeres mismas, ya que al ser las encargadas en su mayoría de la educación de las hijas e hijos, somos las responsables de continuar transmitiendo la cultura machista de la dominación/sumisión del hombre sobre la mujer.
En mi entorno muy cercano, he escuchado frases de mujeres que me dejan con los ojos como platos y por ende he sabido de conductas dominantes y agresivas de algunos de sus hijos con sus parejas. Así que en definitiva, tenemos una gran responsabilidad en romper con esa transmisión cultural errónea.
Piplantri, donde comenzó el cambio cultural
Shyam Sundar Palatal, exlíder de Piplantri, quien a raíz de la muerte de su hija tomó la decisión de promover en la gente el aprecio por las niñas, el darles el valor y el apoyo que merecen y quien tomó la iniciativa de que a partir de 2006, se plantaran 111 árboles para celebrar el nacimiento de cada una de ellas.
Su objetivo fue que todas las personas valoraran la vida de las recién nacidas y no solo festejaran la llegada de los varones como, tradicionalmente se hacía, ya que en su pueblo las niñas eran menospreciadas a partir de su nacimiento y vistas como seres más caros de mantener.
Pero a raíz del proyecto del exlíder de la comunidad, la gente ha aprendido a apreciar a las mujeres, a respetarlas, a darles la misma importancia por nacer y a vivir de manera más equitativa.
Por otro lado, al involucrarse todo el pueblo en la plantación y cuidado de los árboles, estos han dado diversos frutos, tanto en sentido literal como figurado, ya que gracias a la venta de lo que producen, se ha activado la economía de la comunidad.
Sundar Palatal, un ejemplo a seguir
Que hombres y mujeres, niñas y niños, puedan trabajar juntos en un proyecto comunitario me parece algo muy bonito, ya que promueve la sana convivencia, la colaboración, la equidad y sobre todo, el respeto entre géneros.
Si este tipo de proyectos se replicara en otras partes del mundo, donde impera el menosprecio hacia las mujeres, poca a poco se iría disminuyendo la violencia que sufre nuestro género.
Si en un pequeño pueblo se logró dar un paso tan importante, ¿por qué no habría de conseguirse en otros lugares más grandes y “avanzados”?
Ojalá otros líderes a nivel mundial tomen el ejemplo de Sundar Palatal.
Nos leemos la próxima semana.
Twitter: @aricos_127