Han pasado seis años de la tragedia para una familia indígena y de vergüenza para los poblanos por un gobierno podrido.
Un gobierno autoritario que promovió en el Congreso la #LeyBala y que los agachones diputados la aprobaron por encima de su dignidad.
Un gobierno déspota que mandó a su policía a reprimir a un pueblo que sólo exigía sus derechos.
Un niño de nombre José Luis Tehuatlie que salía de la escuela y a su paso fue alcanzado por una bala de goma en la cabeza que a la postre terminó por quitarle la vida.
Un gobierno insensible que jamás aceptó la culpa de sus hechos y por el contrario gastó millones de pesos de los poblanos para tratar de limpiar sus manos llenas de sangre y corrupción.
Los inefables Víctor Carrancá, entonces procurador, y Facundo Rosas, Secretario de Seguridad, inventaron la teoría del cohetón que esgrimía que un fuego artificial fue lanzado por los propios pobladores y explotó en la cara de José Luis Tehuatlie y le provocó la muerte.
En su infinita soberbia presentaron una cabeza de marrano para explicar las consecuencias de la explosión de un cohetón cerca del rostro.
Pagaron millones de pesos a medios para que les compraran la historia y muchos periodistas se fueron entre las patas.
Las autoridades que defienden los derechos humanos callaron y se hicieron cómplices para tapar los excesos del poder.
Rafael Moreno Valle ya está muerto, pero aún quedan muchas personas involucradas en este crimen.
Nadie, ni los panistas que pertenecieron a este régimen atroz, debieron defender la teoría del cohetón. Eran agachones ante el emperador.
El amor de madre es infinito y Elia Tamayo lo ha demostrado. Siempre levantó la voz por su hijo para exigir justicia.
Su rostro indígena es el de la esperanza, es el de la tenacidad.
Su figura pequeña es menos ante la grandeza de su fortaleza, de su corazón y de su ser.
A seis años de esta tragedia se abrirá nuevamente el expediente y como lo adelantó el gobernador Luis Miguel Barbosa, encontrarán mucha manipulación de pruebas y ojalá se les castigue a todos.
Un aplauso de pie para doña Elia Tamayo, quien no se ha dejado caer y al paso de los años vencerá a los arrogantes y prepotentes.
FIN